domingo, 16 de diciembre de 2007

Biografías de ganaderos

Voy a ir elaborando en este post las biografías de los ganaderos citados en el anterior. Conforme encuentre datos iré aumentando el texto.

1.Vicente José Vázquez

Gregorio Vázquez formó su ganadería en Sevilla en el año 1755 con reproductores de procedencias variadas y confuso origen, aunque podrían derivar en su mayoría de las ganaderías creadas por los monjes andaluces, principalmente los cartujos y los dominicos.

No obtuvo éxitos de gran relevancia como ganadero, a diferencia de su hijo Vicente José, que heredó la vacada en 1778 y la seleccionó hasta convertirla en una de las más importantes de su tiempo, recibiendo la consideración de Casta Fundacional de la ganadería brava española.

Vicente José Vázquez estaba dotado de tanta intuición ganadera como de posibilidades económicas y desde el principio se trazó como meta conseguir la fama y el reconocimiento de los aficionados, a base de materializar el mejor toro posible para la lidia.

La teoría de Vicente José Vázquez consistía en cruzar ejemplares de las mejores ganaderías existentes por entonces para unificar en los toros de su hierro las cualidades de unos y otros.

Para lograrlo no reparó en utilizar los abundantes medios de todo tipo que tenía a su alcance, adquiriendo reproductores de los hierros más famosos de la época.

Empezó añadiendo a las reses de su padre ejemplares adquiridos a otros criadores que pudieran interesarle para mejorar el conjunto de su vacada, pero pronto se dio cuenta de que este camino era lento y permitía pocos avances, porque los propietarios de las mejores divisas no solían prestarse a vender sementales ni vacas a otros ganaderos, que en el futuro podían ser duros competidores.

Para sortear esta dificultar decidió arrendar a la Iglesia Católica el cobro de diezmos durante varios años. Vázquez adelantaba determinadas cantidades equivalentes al valor de las reses que el clero tenía derecho a percibir como impuesto de los ganaderos y luego se hacía cargo de los animales.

De esta forma adquirió un buen número de reproductores de las ganaderías del Marqués de Casa Ulloa, de Becquer, de Cabrera y hasta del ganadero más importante de entonces, el Conde de Vistahermosa.

Las reses de Ulloa, Cabrera y Becquer tenían un origen bastante similar, derivado de las ganaderías que poseían los frailes, aunque ya por entonces presentaban algunas diferencias apreciables en cuanto a sus características morfológicas y sus cualidades para la lidia.

Así, los tratadistas de la época afirman que los ejemplares procedentes del Marqués de Casa Ulloa eran predominantemente de pelajes negros y berrendos en negro, resultando fieros y pegajosos durante la lidia. Los derivados de Becquer eran predominantemente castaños y complicados de lidiar, mientras que los originarios de Cabrera presentaban una considerable variedad de pelajes y destacaban por su gran tamaño y por su fortaleza y capacidad para desarrollar sentido.

Vázquez integró todos los ejemplares de estos orígenes en su vacada y los homogeneizó con los que ya poseía con anterioridad, pero no debió quedar muy satisfecho con los resultados y por ello concentró sus esfuerzos para conseguir sementales y vacas del Conde de Vistahermosa, que destacaban de las restantes ganaderías por su bravura más homogénea, su mayor duración y capacidad de embestir durante la lidia, especialmente en el último tercio.

Cuando consiguió por fin materializar su intención y dispuso de un buen número de cabezas del hierro de Vistahermosa, fue seleccionandolos ejemplares con especial habilidad y consiguió en muy poco tiempo definir un prototipo especial de vacuno, muy al gusto de los aficionados y muy apto para la lidia en los finales del siglo XVIII, durante todo el siglo XIX y, ya más evolucionado, durante la buena parte del XX.

Gracias a la aportación de los reproductores de Vistahermosa, los toros vazqueños adquirieron rápidamente fama y fueron considerados como bravos, duros para la lidia, con poder y resistencia. Muy espectaculares en su pelea durante el tercio de varas, tenían tendencia a aplomarse en la fase final de la lidia como consecuencia del agotamiento acumulado.

No obstante, estaban considerados como ejemplares nobles y que no creaban excesivas dificultades a los diestros, resultando en general menos complicados que los de Cabrera, Jijón o Gallardo, por citar tres de los ejemplos más representativos de entonces.

Morfológicamente, los vacunos vazqueños eran de talla media, intermedios entre los de Cabrera y los derivados de Vistahermosa. Estaban bien armados, eran anchos y de buen trapío en general. Por encima de sus restantes características étnicas resultaban especialmente llamativos por la variedad de sus pelajes, jaboneros, cárdenos, colorados, castaños, berrendos, ensabanados, sardos, salineros, tostados y negros.

Vicente José Vázquez mantuvo la ganadería hasta su muerte, ocurrida en 1830, cuando ya llevaba en su poder cincuenta años. Durante este periodo se mantuvo siempre en primera línea y supo adaptarse a las circunstancias de cada momento.

Vázquez logró asimismo tener la ganadería más grande de toda la historia del vacuno bravo, que estuvo integrada en algunos momentos por trece mil cabezas, dos mil de las cuales eran toros de entre cinco y trece años, y otras ocho mil, vacas de vientre. A la muerte de Vázquez la vacada ya se había reducido considerablemente, a pesar de lo cual contaba en el inventario con cuatro mil setecientas noventa y dos reses.

2.Benito Ulloa Halcón de Cala Conde de Vistahermosa

El primer conde de Vistahermosa, Pedro Luis de Ulloa, compró a Tomás Rivas, de Dos Hermanas (Sevilla), su vacada, de desconocida procedencia, hacia 1.774. La disfrutó poco tiempo, puesto que falleció en Utrera en 1.776, heredando el segundo conde de Vistahermosa, Benito de Ulloa (cuyo hierro se reproduce al margen), que presentó sus toros en Sevilla en 1.782, y en Madrid en 1.790. A éste le sucedió en 1.800 su hermano Pedro Luis y, en 1.821, su hermana doña Luisa.

La mayor parte de la ganadería fue vendida hacia 1.823 a Juan Domínguez Ortiz, más conocido como el Barbero de Utrera, si bien otras importantes porciones de la vacada fueron adquiridas por Fernando Freire, Joaquín Giráldez, Antonio Melgarejo y Salvador Varea. Aunque se ha dicho que se desconoce el origen de los toros de Rivas-Vistahermosa, se sabe que eran terciados, de poca cabeza, peso y poder, pero muy bravos en todos los tercios, conservando hasta el final la prontitud en la embestida. Sus pelajes eran primordialmente negros, cárdenos y colorados.

Dentro de la casta Vistahermosa, que prácticamente monopoliza hoy día el mercado del toro bravo, podemos distinguir cuatro estirpes o encastes bien diferenciados:



De don Pedro Luis Ulloa pasó a su fallecimiento, ocurrido en 1776, a sus hijos, pero el condado y la ganadería figuró a nombre del mayor, don Benito Ulloa Halcón de Cala, II Conde de Vista-hermosa, con quien se acrecentó el prestigio de la casta durante cinco lustros.

Este II Conde de Vistahermosa falleció en noviembre de 1800, heredándole su hermano Pedro Luis Ulloa Halcón de Cala, III Conde de Vistahermosa.

El toro de esta casta puede ser considerado como el prototipo del de lidia.

Dice don Luis Uriarte en su libro «El toro de lidia español» que «aunque la experta dirección de los condes de Vistahermosa afinara y mejorara el tipo y las condiciones de los toros proceden­tes de los Rivas, no se les debe regatear a éstos los merecimientos que les corresponden por la intervención de varios de ellos en el cuidado y sostenimiento de la ganadería durante largos años, en los que ya se hizo de las más célebres de Andalucía, según fide­dignas referencias».

Esta casta la crearon los Rivas, aunque se ignora si lo hicieron con ganado procedente de los diezmos a cuyos recaudadores le efectuaron compras, pero ya llevaban casi un cuarto de siglo de ganaderos de bravo. Es indudable que realizaron una selección para alcanzar la notoriedad que tuvieron. De ellos provendrían las características de esta casta que predomina actualmente en la ma­yoría de las ganaderías de lidia y que en dos de sus ramas, la del Barbero de Utrera y la de Varea Lesaca Saltillo, se conservan sin cruzamiento desde la creación de dicha casta en el primer cuarto del siglo XVIII

La característica de esta casta se define por ser sus toros ter­ciados y de poco peso, de gran trapío, tipo recortado, constitución fuerte con cabeza no muy grande, recogida, tirando a cornicortos, piel untuosa, cola larga y extremidades de radios finos, con pezu­ñas pequeñas y fuertes.

En sus capas predominan los pelos negros, cárdenos, algún colorado melocotón, aleonados, ojos de perdiz o castaños. En la rama del Barbero predominaba más lo negro y el negro azabache, el lombardo y chorreado en verdugo. En la rama de Lesaca pre­dominaba lo cárdeno con defensas más amplias, al contrario que los del Barbero, de defensas gachas y brochas y estrecha frente que hacían ostentación de su bravura y nobleza.

Bravos y prontos en todos los tercios, recargaban en varas, creciéndose al castigo pero no con gran poder; embestida alegre y codiciosa hasta la muerte.

Según don Luis Uriarte, que ha realizado una notable labor historiográfica, fue don Pedro Luis Ulloa Calis, I Conde de Vista­hermosa, quien adquirió hacia 1774 la ganadería de Tomás Rivas.

Muy aficionado a la ganadería brava e instigado por los elo­gios que de la ganadería de los Rivas le hiciera el tratante Francis­co Jiménez, el Rubio, entró en deseos de poseer una ganadería propia que compitiera con las más famosas de la época comprán­dosela a Tomás Rivas. El citado Francisco Jiménez había ayudado a los Rivas en la adquisición y selección de las reses procedentes de los diezmos.

Una vez adquirida por el Conde, la ganadería puso al citado Francisco Jiménez, conocido como «Curro el Rubio», al frente de la misma como conocedor, haciendo la selección de las reses de mejor nota.

De don Pedro Luis Ulloa pasó a su fallecimiento, ocurrido en 1776, a sus hijos, pero el condado y la ganadería figuró a nombre del mayor, don Benito Ulloa Halcón de Cala, II Conde de Vista-hermosa, con quien se acrecentó el prestigio de la casta durante cinco lustros.

Este II Conde de Vistahermosa falleció en noviembre de 1800, heredándole su hermano Pedro Luis Ulloa Halcón de Cala, III Conde de Vistahermosa. Este Conde mantuvo la ganadería en primer plano, pero la prohibición de Carlos IV de celebrar corri­das y la situación azarosa de la vida nacional influyó en que su nombre sonara menos durante los 20 años que sobrevivió a su he­rencia.

A su fallecimiento en 1821, le heredó su hermana Luisa Ulloa Halcón de Cala, IV Condesa de Vistahermosa, de la que no se sa­be llegase a figurar como propietaria de la ganadería, pues el últi­mo dato que se puede aportar a su historial es el de que la testa­mentaría vendió hacia 1823 la mayor parte a Juan Domínguez Ortiz, conocido como el «Barbero de Utrera», y otras porciones, a Salvador Varea Moreno, Fernando Freire, Antonio Melgarejo y Francisco Giráldez.

De este notable ganado lo que se ha mantenido verdadera­mente puro ha sido la rama del Barbero y la de Varea. La de Frei­re se mezcló con lo que tenía de origen cartujano. La de Melgare-jo se extinguió, aparte pequeñas porciones absorbidas por otras sangres. La de Giráldez se mezcló a su vez con reses entre las que había de procedencia cabrereña.

3.Fernández Maquieira Conde de Santa Coloma

Nos encontramos ante un auténtico ejemplo de lo que fueron las casas sevillanas de las grandes familias del siglo XVII. La casa tiene este nombre porque en ellá nació y vivió Don Francisco de Bucarelli, gobernador de Buenos Aires. Actualmente es la residencia oficial de los Duques de Santa Coloma.

La casa , construida en los últimos años del XVII, presenta la distribución tradicional de las viviendas señoriales de hace cuatro siglos. Distribuida en dos plantas, uno de sus principales atractivos es su fachada, compuesta por pares de pilastras y ventanas intercaladas. La puerta central, de estilo barroco, está flanqueada por unas bellísimas columnas corintias. El balcón situado sobre la puerta está adornado con el escudo heráldico de la familia Bucarelli.

Al entrar, podremos observar el zaguán que, como en la mayoría de las casas importantes de la época, daba paso a los apeaderos, las estancias del sevicio y las caballerizas. Si seguimos al frente llegaremos al fabuloso patio central. Podremos observar que está adornado en sus cuatro flancos por hileras de colummnas y arcos de distintos tipos, tanto a nivel del suelo como en el piso superior. Alrededor de este patio se encuantran dispuestas la mayoría de las habitaciones del palacete, que albergaban a los miembros de la familia. A las estancias del piso inferior se accede desde puertas laterales, mientras que para llegar a las del segundo piso, tendremos que subir por una espléndida escalera de doble tramo, de decoración muy típica en las viviendas nobles de la época que nos ocupa.


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El Conde de Santa Coloma compró en 1905 la mitad de la vacada que fura de Eduardo Ibarra.
El Conde de Santa Coloma planificó lo que en el futuro sería su ganadería y, para ello, compró vacas y sementales del Marqués de Saltillo, procedencia también de pura casta Vistahermosa, pero ya en los comienzos de este siglo mantenían acusadas diferencias con las reses derivadas de Ibarra, tanto en el comportamiento durante la lidia, como en lo que se refiere a su morfología.
La idea del Conde de Santa Coloma consistía en aunar las mejores características de una y otra procedencia, consiguiendo integrar en un mismo animal la calidad, buena clase y regularidad que caracterizaban a los ejemplares procedentes de Ibarra, conla espectacular bravura y casta típicas de los toros de Saltillo. Al mismo tiempo trataba de evitar los principales inconvenientes de las dos lineas ya que, en las reses ibarreñas, había un mayor porcentaje de toros "mansotes" y con tendencia a aplomarse durante la lidia, mientras que los "saltillos" eran mucho más irregulares y solían resultar más difíciles para los toreros, por ser demasiado encastados, acusando con frecuencia exceso de genio y tendencia a desarrollar sentido.
El experimento llevado a cabo por el Conde de Santa Coloma dió excelentes resultados en cuanto a comportamiento y sus toros se situaron en la cima de la cabaña brava española (...)
Donde no resultó tan positivo fue en los aspectos morfológicos, (...).
El toro de Santa Coloma perdió parte de las buenas características morfológicas de los ejemplares de Ibarra y recibió una influencia poco positiva por parte del toro Saltillo, más fino, pero peor conformado en líneas generales y siempre de menos trapío.
Por eso y por su mayor irregularidad, el Conde de Santa Coloma limitó la influencia de Saltillo y prefirió mantener un equilibrio en la ganadería, con predominio de la sangre ibarreña. Esta idea le llevo a ceder en 1913 los ejemplares más asaltillados a su hermano, el Marqués de Albaserrada."
Adolfo Rodríguez Montesinos ( El Toro de Santa Coloma)

El Conde de Santa Coloma, probablemente en compañía de su hermano el Marqués de Albaserrada, compra la mitad de la ganadería de Eduardo Ibarra, puro origen Vistahermosa.
Pero pronto incorporan vacas y sementales del Marqués de Saltillo, también de origen puro Vistahermosa, y paulatinamente se deshacen, mediante la venta, de las madres de origen ibarreño.
Estas ventas se realizan a Félix Suárez, Coquilla y Graciliano Pérez Tabernero.

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El Marqués de Albaserrada, de nombre Hipólito Queralt, decide llevar su ganadería en solitario y crea el hierro de la A. Reside en Madrid y tiene su finca ganadera en Gerena, cerca de Sevilla. Muere en 1920, pero no sin antes disfrutar de varios momentos de gloria, especialmente el vivido el 29 de mayo de 1919, en la presentación de sus reses en Madrid. Aquel día en el que la ganadería tomó antigüedad el Indio Grande (Rodolfo Gaona) no pudo con la bravura del toro Barrenero que, tras los tres avisos, fue devuelto a los corrales.

4.Agustín Mendoza Conde de la Corte

Procede esta ganadería de la marquesa viuda de Tamarón, que la formó con reses de Fernando Parladé en 1912 (originarias de don Eduardo Ibarra de pura casta Vistahermosa.), la cual vendió en 1920, con todos sus derechos a Agustín Mendoza Montero, conde de la Corte. En poder del conde de la Corte varió el hierro y divisa por los que actualmente se utilizan. En 1964, y por fallecimiento del conde de la Corte, heredó la ganadería su sobrino Luis López Ovando pasando a anunciarse a nombre de Herederos del Excmo. Conde de la Corte.

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Su representante, Luis Guillermo López Olea, mostró ayer su alegría por su vuelta a la Feria del Toro. "Sólo el hecho de que hayan venido a ver nuestros toros, ya es un motivo de gran satisfacción. Mi familia siempre ha mantenido una relación de amistad con Pamplona y su plaza siempre la hemos tenido en cuenta con prioridad respecto a otras. De hecho, ahí está el dicho: cuando el Conde lidia en Pamplona, lo hace en el patio de su casa".

López Olea, propietario de la vacada junto con sus tres hermanos y sus padres, describió al detalle la corrida que ya tienen seleccionada para las próximas fiestas de San Fermín: "Hemos apartado nueve toros, aunque puede que incluyamos alguno más. En lo referente a las capas, siete son negros, uno castaño y otro salpicado. Por supuesto, no tendrán ningún problema de trapío. Calculo que a Pamplona llegarán con un peso medio de 550 kilos. Y respecto a sus caras, me remito de nuevo a otro clásico dicho: del Conde y para Pamplona".


Fue en 1919 cuando Don Agustín, VI Conde de la Corte de la Berrona, decidió hacerse ganadero de reses bravas al comprar, con 24 años, la ganadería de la Marquesa Viuda de Tamarón. En ese momento nació la ganadería del Conde de la Corte, descendiente de la prestigiosa e influyente ganadería de Vistahermosa, con el afán de ahondar en las tres características principales del toro bravo: trapío, bravura y nobleza. La vivienda habitual de Don Agustín pronto se convirtió en el siglo XX en centro de reunión, discusión y fomento del mundo taurino. Así Miura, Ponce, Hierbabuena, Vitorino y algunos otros nombres de prestigio bautizan las habitaciones de este palacio rehabilitado.

Cuando don Agustín Mendoza Montero compró la cuarta parte de la ganadería de don Fernando Parladé, seguro que no imaginaba que, setenta y cinco años después, más del ochenta por ciento de los toros que se lidiarían cada temporada en los ruedos españoles serían descendientes directos de esas reses

La historia de esta vacada comienza con la compra que don Eduardo Ibarra realizó en 1884 de la mitad de la ganadería de doña Dolores Monge, viuda de Murube, procedencia Vistahermosa formada con reses lesaqueñas y de Arias Saavedra, de la cual vendió la mitad en 1904 a Don Fernando Parladé.

En 1912 Don Fernando Parladé vende a la marquesa viuda de Tamarón, de Jerez de la Frontera, dos camadas completas de eralas y utreras y tres sementales, Alpargatero, Mochuelo y Serranito, origen de la ganadería que la citada marquesa vende a don Agustín Mendoza y Montero en noviembre de 1920. Siendo ya ganadero el Conde de la Corte, decide cambiar la divisa y el hierro anterior. La nueva y actual divisa lleva los colores verde, encarnado y oro, con los que se presenta en Madrid el 17 de Mayo de 1928, en una corrida para Chicuelo, Marcial Lalanda y Martín Agüero.

La ganadería se mantiene pura hasta nuestros días. En 1964, al fallecimiento de don Agustín Mendoza, hereda la vacada don Luis López Ovando, cediéndola por problemas de salud en 1988 a sus hijos, quedando don Luis Guillermo López Ovando como responsable de la misma. Gracias a los éxitos obtenidos, muchos ganaderos decidieron iniciar o mejorar su historial con la compra de vacas y sementales con el hierro del Conde de la Corte. Ejemplos habría cientos, pero sólo voy a citar dos. Uno es la vacada de Atanasio Fernández, una ganadería que después vendería también centenares de vacas y sementales procedentes del Conde de la Corte a otros ganaderos. Otro es la familia Domecq, que adquirió vacas y sementales a don Agustín Mendoza en los años 30 y 40 y que en esta última década ha degenerado el campo bravo español.

La ganadería se encuentra en la finca Los Bolsicos, a 8 km. de Jerez de los Caballeros, en Badajoz. Es una finca de 750 hectáreas muy abrigada, con sierra, por la que discurre el río Ardila, y está completamente dedicada al ganado bravo. Como dato curioso, reseñar que posee una torre de defensa que construyeron los templarios en la Edad Media.

Actualmente cuenta con 250 vacas y una docena de sementales. Las tientas se hacen cuando las vacas son utreras y están gordas, para poder ser riguroso en la misma y no buscar disculpas en la falta de fuerzas.

Esta ganadería, que el pasado año lidió 28 toros, parece querer salir del bache que atraviesa por la falta de fuerzas de las reses, y espero que así sea, porque por su historial merece estar en todas las grandes ferias.



Toros célebres Características
Innumerables son los toros notables que ha lidiado esta ganadería en todas las plazas y en todas las ferias. En Madrid, el 17 de Mayo de 1968 obtiene posiblemente su mayor triunfo: Antonio Ordóñez le corta las dos orejas al toro Pezuñita; Miguel Márquez, que confirmaba la alternativa, también corta dos orejas al toro Cara de perro, y Chicuelo lidia al toro Ochopicos, que sería premiado como el más bravo de la feria de ese año. Otro ejemplo, es el toro Nochetriste, lidiado por Víctor Méndez en 1.991, y que también recibió el trofeo al toro más bravo de la feria de ese año. Para el ganadero, el toro condeso es un toro bajito con un cuarto delantero muy desarrollado y con bastantes deficiencias de los cuartos traseros. Es un toro muy serio, alto de cruz, rabo largo, con mucha amplitud de pitones. Su capa suele ser negra, aunque da mucho el colorao y el burraco. En cuanto a su comportamiento durante la lidia va de menos a más, sale abanto, enterándose de todo pero sin acudir prácticamente a nada, se empieza a centrar en el caballo donde suele hacer peleas espectaculares y es pronto y alegre en banderillas, siendo noble y con recorrido en el último tercio, con mucha clase.


Ganadería del Conde de la Corte





5.Victorino Martín Andrés

Victorino Martín Andrés nació el seis de marzo de 1929 en Galapagar (Madrid). Hijo de Adolfo Martín Miguel, estanquero, y Candelas Andrés Calvo, tuvo dos hermanos, Adolfo y Venancio, y dos hermanas que murieron antes de que él naciera.

Su infancia transcurrió en Galapagar junto a su compañero de aventuras, su primo Vicente, entre el negocio del estanco – bar, que regentaban las mujeres, y las tareas agrícolas, la ganadería y la lechería que llevaban los hombres de la casa. La guerra vino a cortar bruscamente esa infancia cuando a finales de julio de 1936 su padre fue apresado por milicianos; fue fusilado en Paracuellos del Jarama el 8 de noviembre de 1936.

En 1939, como su hermano mayor Adolfo estaba en la mili, Victorino a los diez años de edad se convirtió en el hombre de la casa.

Su primer contacto con un toro bravo se produjo en la finca Cuarto Carretero, propiedad de la familia Hernández, que había comprado en 1.932 la antigua ganadería de José Encinas, puro encaste Vega Villar; ésta con el tiempo sería el segundo encaste de Victorino con el hierro de Monteviejo. Aquel primer toro se llamaba Gallinito, berrendo en negro y resabiado. Su primer Albaserrada lo vio en la finca El Cerrillo, cuando acompañó a su tío Guillermo, carnicero, a recoger un toro malherido de los hermanos Escudero que había sido reseñado para ser lidiado en Barcelona.

Victorino Martín estudió en el colegio de los Hermanos Maristas de la calle Fuencarral de Madrid de 1940 a 1942 . En el otoño de 1.942 ingresó interno en el colegio Alfonso XIII de los Agustinos en El Escorial, pero los estudios no eran lo suyo y dos meses después abandonó las clases para dedicarse a ayudar en los negocios familiares.

En 1945, con 16 años se hizo cargo de la carnicería de su tío Mateo en Torrelodones y poco después abrió junto con sus hermanos dos carnicerías más en el mismo pueblo pues el negocio prosperaba con los veraneantes de Madrid. Allí comenzaron sus tratos en ganado para abastecer las carnicerías; con parte del ganado morucho que compraron comenzaron a dar espectáculos, primero en Moralzarzal y después por los pueblos de las provincias de Madrid y las dos Castillas. Esta actividad continuó tras el servicio militar, que prestó en El Goloso. Los hermanos Martín se convirtieron en verdaderos especialistas en la organización de festejos populares y sustituyeron las vacas moruchas por vacas bravas de todo tipo de procedencias, entre las que se encontraban reses de Manolo González (Machaquito).

En 1.953 consiguen inscribir en la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia el hierro de la V con el que la familia había herrado todas las reses moruchas desde tiempos del abuelo Venancio. La ganadería se inscribe a nombre de Adolfo Martín Andrés. Prosiguieron las compras y ventas de reses y ganaderías, entre ellas las de Higuero, Amelia y Alberto Higuero o Gandarias. Esta última fue adquirida en asociación con Manuel García Aleas, nombre ilustre de la ganadería brava, que a la postre sería un entrañable amigo de Victorino y que durante muchos años fue el secretario de la Unión de Criadores de Toros de Lidia.

Victorino se casó por primera vez el 30 de noviembre de 1.958 con Maruja García, hija de los lecheros a los que los hermanos Martín vendían la producción de sus vacas. Este matrimonio duró 30 años y de él nacieron dos hijos: Ana Isabel, nacida el 10 de enero de 1.960, y Victorino, nacido el 4 de octubre de 1.961. La separación se produjo en 1.988 y poco después Victorino contrajo matrimonio con María Teresa Cachero, con quien conviviría durante dos años.

El 18 de agosto de 1.960, en compañía de sus hermanos, Victorino Martín adquiere el primer lote de la ganadería de los hermanos Escudero Calvo, que perteneciera a José Bueno y, antes, al marqués de Albaserrada. Compraron por 1.060.000 pesetas más de 150 cabezas y el derecho a usar en los carteles el nombre de Escudero Calvo, con el que lidian su primer festejo, en Zaragoza. Fue una novillada, el domingo 30 de abril de 1.961, con Palmeño, Manolín Herrero y Emilio Oliva en el cartel. Recibieron por las seis reses 115.000 pesetas.
En abril de 1.962 los hermanos Martín Andrés adquieren el segundo lote de la ganadería de Escudero Calvo, el correspondiente a Josefa Escudero. Se componía de 150 hembras y un semental de nombre Barquillero. Pagaron por las reses 2.500.000 pesetas.

El 29 de junio de 1.964 Victorino salió por primera vez a hombros de una plaza de toros. Fue tras una novillada en Aranjuez y el cartel, que inicialmente lo componían, mano a mano, José Fuentes y Vicente Punzón, quedó por baja de Punzón en seis novillos para José Fuentes..
El 19 de junio de 1.965 los cárdenos de Victorino pisan por primera vez el albero de Las Ventas, en Madrid. Fue una novillada en la que El Inclusero cortó las dos orejas de uno de sus novillos, Torearon también ese día José María Sussoni y El Pepe.

El 23 de diciembre de 1.965 adquieren a Antonio Escudero la tercera y última parte de la ganadería de Escudero Calvo y con ella la finca Monteviejo en Cáceres.

El 29 de junio de 1.967 se lidia la primera corrida a nombre de Victorino Martín en la plaza cántabra de Castro Urdiales.

El 2 de junio de 1.968 Victorino Martín volvió a nacer. El semental Hospiciano, de nueve años, corneó salvajemente al ganadero, que se zafó finalmente metiéndose en el río Árrago. Victorino tardó varios meses en recuperarse y el semental murió tres días después del percance.

El 18 de agosto de 1.969 lidia la primera corrida a su nombre en la Plaza de las Ventas. Torearon esa tarde Pepe Osuna, Adolfo Rojas y El Paquiro, que resultó cogido por su primero. La corrida, en conjunto, tomó 23 puyazos.

El 10 de agosto de 1969 el toro Baratero, lidiado en quinto lugar por Andrés Vázquez, es premiado con la vuelta al ruedo en la Plaza de Madrid después de que su matador cortara las dos orejas. Fue un encierro completo en el que el segundo toro, de nombre Granadino, se lidió con nueve años al no existir todavía el control del guarismo (año de nacimiento) en los toros. La mayoría de los toros lidiados fueron hijos de Hospiciano, el mismo semental que a punto estuvo de quitar la vida a su ganadero.

El 18 de mayo de 1.970 se produjo en la plaza francesa de Vic Fezensac el primer encuentro de los toros de Victorino con Francisco Ruiz Miguel, un torero que con el tiempo, llegaía a ser el que más corridas toreara de este hierro: aquel día cortó las dos orejas y el rabo de su segundo toro.

El 1 de noviembre de 1.971 se televisa por primera vez una corrida de Victorino Martín; fue en la Plaza de Madrid y al sexto, lidiado por Juan José, se le dio la vuelta al ruedo.
Victorino comienza a ser un habitual de los medios de comunicación, siempre en defensa de la integridad de la Fiesta y denunciando los abusos.

El 11 de mayo de 1.975 el toro Jaquetón, lidiado por Miguel Márquez en la Plaza de Madrid y premiado con la vuelta al ruedo, se convirtió en el primer toro de la ganadería galardonado como el más bravo de la Feria de San Isidro.

En julio de 1.976 se incorpora a la ganadería como mayoral Julio Presumido, cuyo nombre estará ligado a los victorinos hasta su retirada en abril de 2001. A finales de este año los toros de la ganadería fueron trasladados desde Galapagar a la finca Monteviejo, en Cáceres.

En 1.978 Victorino Martín vende a Leopoldo Picazo, procurador y ganadero de Miraflores de la Sierra, veinte vacas y un semental para atender un compromiso ineludible; fue la primera y única venta de ganado producida en la ganadería. Estas reses acabarían finalmente en manos del ganadero José Escolar, quien las unió a las que ya tenía de origen Santa Coloma.
El 30 de mayo Victorino sale a hombros de Las Ventas tras una corrida lidiada por Dámaso Gómez, Miguel Márquez y Ruiz Miguel, en la que se lidiaron dos toros de leyenda en la ganadería: Conducido y Pocapena. Los picadores de aquella tarde fueron detenidos por el Presidente por utilizar manguitos antirreglamentarios, tal como había denunciado Victorino antes del festejo.

En la primavera de 1.980 Adolfo y Victorino Martín compran la finca Las Tiesas de Santa María, en Portezuelo, Cáceres, cercana a la finca Monteviejo.

En 1.982 la ganadería tenía la camada más larga de su historia. Más de sesenta toros, algunos de los cuales han pasado a la historia de la tauromaquia.
El 1 de junio de este año se celebró en Madrid, con Televisión Española en directo, la que se ha llamado la corrida del siglo. El ganadero a hombros junto a los tres matadores, Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar tras cortar dos orejas cada uno. El cuarto toro, Director, fue premiado con la vuelta al ruedo y el primero, Pobretón, premiado como el más completo de la Feria de San Isidro.
El 19 de julio, Velador, cárdeno con el número 121, fue indultado en la corrida concurso de ganaderías celebrada en la corrida de la Prensa. Fue lidiado por Ortega Cano y es el único toro indultado en la Plaza de Madrid.
Victorino era ya el ganadero más famoso, popular y polémico de la Fiesta; también, el que más dinero comenzó a pedir por sus productos.

El 19 de abril de 1.987 Victorino recibe uno de los mayores disgustos profesionales de su vida al ser propuestos para sanción por afeitado dos de los toros lidiados en Granada. Como consecuencia de esto Victorino se enfrascó en una auténtica batalla mediática contra los sistemas de análisis y los responsables de su realización. Fue entonces cuando recibió una proposición insólita; el presidente de los veterinarios españoles, Antonio Borregón, le sugirió que si aceptaba públicamente y por escrito el afeitado de los toros de Granada no volvería a ser molestado ni toro alguno de la ganadería volvería a ser propuesto para sanción. Victorino no solo no aceptó sino que denunció el intento de chantaje. Aquella postura le valió una auténtica persecución veterinaria en años sucesivos. La respuesta de Victorino fueron más triunfos y plazas llenas.
A finales de este año se incorpora a pleno trabajo en la ganadería Victorino Martín García, licenciado en veterinaria. Su trabajo será decisivo en los aspectos sanitarios, de alimentación, de selección y manejo, cuyos resultados se reflejan en la extraordinaria regularidad actual de la ganadería.

En 1.988 Adolfo Martín abandona la ganadería y crea la suya propia con el antiguo hierro de la V y todas las reses asociadas.

El año 1990 la ganadería no lidió festejo alguno en España y toda la camada fue toreada en Francia (más de la mitad en la plaza de Nimes, regentada por Simón Casas). Victorino quiso de esta forma hacer frente a lo que consideraba una persecución de veterinarios contra sus toros en España. La corrida del 31 de mayo en Nimes fue transmitida en directo por TVE, pese a las presiones en contrario por parte de empresarios españoles.

En 1991 Victorino vuelve a lidiar en España pero en festivales y en plazas que no pusieran en duda su honradez respecto a la intangibilidad de los cuernos.

En 1992 firma una exclusiva con Canal Plus para la retransmisión de la mayor parte de sus corridas. El año no funcionó como se esperaba. El nuevo reglamento autoriza a los ganaderos a retirar las reses consideradas sospechosas de manipulación en los reconocimientos.
Este año y el siguiente supusieron una auténtica revisión de los criterios de selección en la ganadería. Los resultados, superada la crisis, se verían en poco tiempo.

A finales de 1992 Victorino regala a su amigo José Chafick, ganadero mejicano y propietario de encaste Saltillo, el mismo del de Victorino, veinte pajuelas de dos sementales. La sangre de Victorino llega a América de esta forma.

Desde 1993 y hasta finales de 1995, Victorino Martín hijo emprende una nueva experiencia, el apoderamiento taurino, al hacerse cargo, junto con Antonio Corbacho, de la incipiente carrera de José Tomás. En 1.996, el propio Victorino Martín y su hijo apoderaron a un nuevo valor, Miguel Abellán, que culminó la siguiente temporada de 1997 como triunfador absoluto entre los novilleros; a finales de este año se rompió la relación con el torero.

En junio de 1.995 Victorino Martín compra a Arturo Cobaleda 83 vacas y un semental de su ganadería, puro encaste Vega-Villar, y marcados con el hierro de Barcial. La intención era y es devolver a esta sangre, una de las más acrisoladas de la cabaña brava, su antiguo esplendor. Victorino, con el nuevo hierro, lidió su primera corrida de monteviejos en Madrid el 29 de junio de 1.999, adquiriendo antigüedad.

El 11 de abril de 1996 se lidia la primera corrida de la ganadería en la Real Maestranza de Sevilla, en tarde triunfal para la ganadería y los matadores El Tato y Pepín Liria.

Desde 1.997 a 2000 la regularidad y la espectacularidad han sido los signos característicos del comportamiento de los victorinos. En 1.999 se alcanzó el récord de la ganadería al lidiar 100 toros en 19 festejos.

Entre 2001 y 2005 Victorino sigue cosechando importantísimos éxitos en plazas de España y Francia. Los triunfos de la ganadería se cimentan también en nuevos matadores que consiguen especializarse en victorinos como es el caso de Fernández Meca en Francia y, especialmente, Manuel Jesús El Cid en España, aunque el primer éxito de éste lo consiguió en Bayona, donde cortó un rabo en 2002.

En la temporada 2003 Vioctorino decide apoderar al joven novillero colombiano Luis Bolívar, quien desde ese momento participa en innumerables tientas de victorinas y patasblancas. Bolívar debutará en Madrid, como matador, con reses de Victorino en San Isidro de 2005.

En 2005 Victorino cumple su viejo sueño de lidiar en Pamplona. Los éxitos culminan con un nuevo indulto en plaza de primera; ésta vez es en San Sebastián, donde Juan José Padilla indulta a Muroalto en la Feria de 2005.

Diez años después de la compra de las reses de Barcial que dieron origen a la ganadería Monteviejo, Victorino decide comprar una cuarta parte de la ganadería de Francisco Galache, en la que vienen reses de origen Vega Villar y también de Urcola. Adscribe estas reses a la nueva Ganadería de Urcola, tercera de la familia que pasta en las fincas de Victorino.

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La explotación Las Tiesas acoge en octubre de 2005 el acto de campo (tienta de vacas) que clausura el VII Congreso Mundial de Ganaderos, que se celebró en Cáceres. Victorino recibió una placa de manos de Eduardo Miura (en la foto) en agradecimiento a su labor.

ADDENDA.

Ganadería del Conde de la Corte




http://www.dailymotion.com/video/x49px0_ganaderia-conde-de-la-corte_extreme

El Duque de Veragua

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viernes, 14 de diciembre de 2007

Ganaderos en el Diccionario Biográfico-Histórico

Ayer tuve una larga conversación telefónica de más de una hora con MS sobre el encargo que le vamos a cumplir al Conde de los Andes, miembro, no sé a qué nivel, de la Real Academia de la Historia.

Se trata de elaborar las biografías de los más destacados ganaderos de bravo que ha habido en la historia de España. En principio le mandamos una lista de unos sesenta ganaderos, que consideramos los más significativos, pero él nos explicó que no podrían salir todos; quizás en una segunda edición...

Ayer redujimos la lista a diez a ganaderos, cinco para cada uno. MS biografiará a Eduardo Miura Fernández, Carlos Núñez Manso, Juan Pedro Domecq y Díez, Joaquín Buendía Peña y Álvaro Domecq y Díez. Yo me encargaré de José Vicente Vázquez, Conde de Vistahermosa, Conde de Santa Coloma, Conde de la Corte y Victorino Martín Andrés (que será el único ganadero vivo que entrará en el Diccionario Biográfico).

Creo que con estos diez cubrimos casi la totalidad de la historia de la ganadería brava moderna, que arranca de la segunda mitad del siglo XVIII y llega a nuestros días.

Sobre las doce de la noche MS me envía por email la copia del mensaje que ha enviado al conde de los Andes y veo que MAF se incorpora al equipo de biógrafos, con dos ganaderos del campo charro, Villar y Atanasio Fernández.

¿Qué tal nos saldrá?

sábado, 8 de diciembre de 2007

Brozas: el recuerdo de la estela, la estela del recuerdo.










En Brozas (Cáceres), concretamente en la Dehesa de las Pueblas, apareció esta estela elaborada en pizarra y datada en la Edad del Bronce (siglos IX-VIII).

Mide de alto 1,41 ms. 0,75 de ancho y 0,20 de grueso.

En la decoración inscrita se ven con claridad los siguientes objetos: escudo, lanza, espada, espejo, fíbula y peine.

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El escudo se representa con tres círculos concéntricos, de los que los dos mayores tienen escotadura en V orientada a la izquierda del espectador. En las dos coronas circulares hay cazoletas que indican clavos, 15 en la mayor y 10 en la meno, más 2 en el círculo interno. En el centro, un trazo en I horizontal, de 14 cm, representa la abrazadera.

La lanza se representa con una línea horizontal de 45 cm. sobre el escudo; presenta punta en hoja mirando a la izquierda.

Bajo el escudo se representa una espada, con punta hacia la derecha. Su hoja es ancha y la empuñadura presenta gavilanes y pomo. Me recuerda mucho a la espada de Alconétar, que apareció no lejos, en el Tajo, y se fecha en la edad del Bronce, lo que nos ayuda a datar nuestra estela. Esta relación no la he visto escrita por ningún lado.Ciertamente la espada de Alconétar tiene una hoja menos ancha, pero ello no la aleja del tipo de la representada en la estela. Además, se ha considerado que la de Alconétar, viéndose que está intacta y con la punta cortada, era un objeto ceremonial, lo que permitiría una elaboración más elegante, una elaboración que buscara más la belleza (una hoja larga, delgada e igualada) que lo práctico (una hoja ancha y puntiaguada). Con el bronce no era posible una hoja larga pues es el combate se rompería; sólo con el acero es posible elaborar hojas de 90 cm. que no se rompan al luchar. Ésto nos lleva a pensar que la espada de la estela es más propiamente del Bronce, desde el punto de vista cronólogico, que la de Alconétar (que sí es materialmente de bronce).

En cuanto al pomo y el puño, hay una identidad total entre ambas espadas. En los gavilanes se observa una semejanza grandísima, que sería total si no fuera porque la hoja se inserta con bordes paralelos en la de Brozas y con bordes ligeramente divergentes en la de Alconétar.

Si la espada de Alconétar se considera perteneciente a un pueblo de influencias atlánticas, no es mucho pensar que la de Brozas, también. Esto ayuda bastante a la hora de ver qué origen tienen os objetos representados en las estelas del tipo de la de Brozas.

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El adorno suntuario corre a cargo de los tres elementos que figuran entre la lanza y el escudo y están situados en la mitad izquierda. El espejo es imperfectamente circular y su mango, apuntado. La fíbula es de codo con resorte. El peine está en horizontal y tiene 8 púas finamente inscritas.

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No aparece ningún carro ni tampoco figura humana o animal.

Su ubicación es la llamada Zona II, que comprende el Valle del Tajo y la Sierra de Montánchez. Las características de las estelas de esta zona corresponden plenamente con la estela de Brozas: se trata de estelas cuya decoración consiste en tres motivos básicos, escudo lanza y espada, acompañados de algunos motivos secundarios, que indican el ajuar suntuario personal del difunto. Los tres motivos básicos son los que suelen aparecer en solitario en las estelas de la Zona I, que corresponde a la Sierra de Gata. Los detalles suntuarios se complican en la Zona III, que está formada por los valles del Guadiana y del Zújar, donde suele estar presente la figura humana. De esta forma, se puede decir que la Zona II es un tránsito en la evolución decorativa de las estelas desde la Zona I hacia la Zoan III, hasta el punto de que la figura humana aparece en algunas estelas de la II, lo que reafirma ese carácter de fase intermedia. En definitiva, la estela de Brozas es típica de la Zona II.

Según la interpretación más aceptada las estelas eran monumentos funerarios para señalar las tumbas de personajes destacados, de manera que las representaciones gráficas inscritas son símbolos sustitutivos de ajuares funerarios. Esta interpretación se enfrenta al hecho de que las estelas no suelen presentar restos de enterramiento a su alrededor (salvo excepciones dignas, como la de Hernán Pérez); así, habría que aceptar que casi todas han sido halladas fuera de contexto.

Por otra parte, las estelas fueron ligadas a la cultura tartésica, especialmente por influencia de Rosso de Luna, que calificó así la primera estela catalogada, la de Cabañas (hoy en el MAN).

Sin embargo, una interpretación reciente, sin despreciar la función funeraria, las ve más como marcadores del territorio, basándose en la aparición de las estelas en lugares significativos de las redes viarias que unen las diferentes zonas del Suroeste entre sí y con el exterior.

Las estelas presentan elementos de origen mediterráneo pero igualmente pueden observarse en ellas otros elementos llegados por vía atlántica. Por la influencia atlántica, las estelas reflejan formas de representar la riqueza y el prestigio ligadas al pensamiento del occidente europeo. Para éste, a nivel general, la riqueza es personal y mueble; no se expresa en formas complejas ni equivale a un atesoramiento de gran valor material.

El momento de su aparición está ligado a su función como marcador territorial; debió ser cuando poblaciones vecinas a las del Suroeste comienzan a asentarse en lugares determinados, lo que implicaría un mayor control del territorio, de las vías de paso y de los recursos. Las poblaciones no totalmente sedentarizadas se verían acto seguido obligadas a controlar más firmemente sus propios territorios tradicionales, si no querían retrocer ante el avance de poblaciones sedentarias, tendentes a monopolizar recursos escasos.

Ciertamente, hoy día Brozas y su comarca son zona de pastos para rebaños trashumantes que pasan el invierno y tornan en verano a las montañas norteñas.

Asimismo, por esa comarca es cotumbre que las fincas no cerradas (o tierras abierta) señales sus lindes con piedras hincadas y, al modo de las estelas, decoradas con el hierro u otro signo representativo del dueño. No quiero decir que haya una continuidad en ambos detalles desde hace 3.000 años pero ahí tenemos el ejemplo comparativo para ver cómo podrían ser utilizadas las estelas.

Para Galán Domingo las estelas surgieron en el Valle del Tajo. La extensión de las estelas por el Valle del Guadalquivir, en proceso de sedentarización, responde a relaciones tradicionales con las cuencas del Guadiana y del Tajo. Así se explica también que el centro geográfico del área, con las numerosas estelas del Guadiana y del Zújar, contengan las más complejas figuraciones.

No parece que las estelas se extendieran por zonas ricas en minerales; más bien corresponden a poblaciones que no se dedicaban a trabajar el cobre y el bronce. Su uso pudo corresponder a gentes que explotaban agropecuariamente zonas marginales y su expansión o retroceso estaría determinado por la variación de los límites de las zonas mineras.

Los elementos mediterráneos, como la representación del carro, deben haberse expandido en un sentido Sur-Norte, partiendo del Valle del Guadalquivir, mientras que otros elementos, como la representación del escudo escotado, tal vez lo haya hecho en dirección contraria.

El inicio de las colonizaciones marca el fin de las estelas decoradas, aunque algunas se reutilizan en yacimientos orientalizantes.

Desde luego, la estela de Brozas responde a las características del conjunto de estelas del Suroeste peninsular.

Se conserva en el Museo de Cáceres.

domingo, 2 de diciembre de 2007

De Grazalema a Villaluega del Rosario

De Grazalema a Villaluenga del Rosario

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