domingo, 25 de mayo de 2008

Dos toros indultados

He tenido la suerte de asistir este sábado, 24 de mayo, a una corrida de toros, correspondiente a la Feria de la Manzanilla en Sanlúcar de Barrameda, en la que han sido indultados dos toros. Es un hecho histórico pues muy poquísimas veces resultan indultados por pares. Se trata de dos ejemplares de la ganadería jerezana de Torrestrella, perteneciente a Álvaro Domecq.

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La plaza de Sanlúcar de Barrameda es de tercera categoría y en ella se han indultado toros, y aun novillos, cuando resultaba prohibido por la reglamentación taurina. Ahora, con el nuevo reglamento andaluz es algo perfectamente admitido.

Acompañaba yo a JR para comentar la transmisión radiofónica del festejo y pude exclamar por los micrófonos "será un hito, será un hito" antes de que asomara en el balcón el segundo pañuelo naranaja de la tarde; lo veía venir pero era difícil y el presidente se resistía, aunque cuando al fin se rindió el público estalló en un aplauso unánime, atronador. Todos estábamos contentos. Era el triunfo del animal bravo. Era el triunfo de la Fiesta.

La ganadería de Torrestrella tenía en su palmarés, desde que la creo don Álvaro Domecq, cinco indultos y ahora, siete.

En cuarto lugar salió Flor de Almendro, que no permitió a Ponce lucirse en el capote, aunque luego en el quite se desquitó. El puyazo fue fuerte. En la muleta, tras el saludo realizado primero por bajo y luego a media altura, le regaló al torero dos grandes series de derechazos. Cuando se le probó por la derecha no fue claro y enseguida volvió el diestro a la diestra para trazar dos grandes redondos y el de pecho, antes de una serie maravillosa. Ahora sí estaba preparado para aceptar la izquierda del torero y le permitió por ahí una serie buena: había aprendido a embestir. Unas trincheras y el de pecho anunciaban que el torero estaba disfrutando. Mandó a la banda callar; la música la seguirían poniendo sobre la arena toro y torero. Sonarían tres grandes series de derechazos con la muleta muy baja, ligando un pase tras otro (y se atrevió alguien a decir hace tiempo que Ponce no torea con ligazón). Lo asombroso era que el toro acudía presto a cada cite, después de tantos pases y sin olvidar la puya recibida. En esto, el Cala sacó su pañuelo en el callejón y se dirigió descarado al presidente; no hizo falta más, pues al momento afloraron pañuelos blancos por todos los puntos de los tendidos. Enseguida la petición fue mayoritaria, claramente mayoritaria. Ponce mira al palco presidencial y se pone a torear más recreadamente, bajando la mano, bajando mucho, pero con la izquierda y el toro iba una y otra vez. Las palmas estallan por bulerías, la alegría se extiende y el torero se pone de rodillas a torear en redondo, prodigando valor y arte. El presidente saca el pañuelo naranja. Aplausos y una última serie por bajo.

Entró a matar, después de arrojar el estoque, en la boca de riego, en medio del deliri. Ponce alcanzaba así la cifra de 33 indultos de toros bravos.

Alcoholero

Con este indulto El Cid suma cuatro en su vida, siendo dos este mismo año.

Naturalmente, no faltó en el premio de la vuelta al ruedo a hombros, al final del espectáculo, el mayoral de la ganadería, Juan Cid. Veía así compensados tantos esfuerzos, también tantos sinsabores, como los que habrá tenido que soportar en el trabajo solitario en el campo. Es un trabajo bonito pero duro antes de llegar a ofrecer a la afición unos animales que acaben siendo la prueba del buen hacer y de la sabiduría familiar que arranca de aquel Baldomero que se vino de Los Palacios a Los Alburejos...

Al salir de la plaza pude felicitar al ganadero.

Hace dos años, en Murcia, se indultaron también dos toros, de Zalduendo, a cargo de Liria y, cómo no, Ponce; no conozco otra ocasión tan principal. Es cierto que también hubo indulto doble en un festival de Segura de la Sierra, con novillos de Juan Collado, y en una clase magistral de Espartinas, con Rehuelga, pero fuera del amparo del Reglamento. El año pasado hubo en Navaluenga otro indulto doble en una novillada, también antirreglamentario.

Lo dicho: un momento histórico.

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