sábado, 26 de septiembre de 2009

Algora y Partido de Resina

Ayer, 25 de septiembre, me acerqué a El Puerto. Los amigos del Club Taurino el Rabo me han mandado por email invitación a un nuevo encuentro en su sede, esta vez para tratar de la ganadería de Pablo Romero, que hoy se llama Partido de Resina. Me atrae el asunto porque hay algunos puntos que se me pierden en lo referente al cambio que hace unos doce años sufrió esta ganadería histórica. Quien viene a hablar de ella es el gerente, José Luis Algora, veterinario.

Presenta al ponente Antonio Ruiz, veterinario de Sanlúcar y buen aficionado, que habla de su compañero como de un amigo; además, dice que es el primer veterinario que en España se especializó en ganado bravo. Aquí me acuerdo yo del puetorrealeño Zaldívar, que ejerció esa especialidad mucho antes.



Comienza Algora hablando del "fraile" (así dice) Bernardo de Quirós, que forma con sangre frailera la casta Gallardo en El Puerto de Santa María. De ahí sale una ganadería, la Pablo Romero, que llega sin mezcla hasta hoy y que la propia Unión Europea la considera como la representación única de una casta, de la misma manera que Miura es única en otra casta. La única excepción conocida fue un semental que se vendió a la ganadería mejicana de Atenco, pero ésta desapareció. Se trata, en fin, de la ganadería que más ha lidiado en Madrid y Bilbao.

Tocó el tema del pelaje cárdeno, que ha llegado a convertirse en elemento identificativo de la ganadería, y contradice una posible influencia del encaste saltillo. Resulta que Pablo Romero, una de cuyas hijas casó con un hijo del marqués de Saltillo, gestionó, como albacea de la testamentaría, la ganadería de Saltillo en la sierra de Huelva y se dice (sin documentación) que cogió algunos sementales para su ganadería, lo cual niega Jaime de Pablo Romero, el último descendiente propietario. Fuera del pelo, un toro pablorromero no se parece a ningún saltillo, lo que confirman los estudios genéticos que recientemente se han realizado.

Ahora, tras la trabajosa y sonada operación de compraventa (condicionada por los vendedores a que el nombre Pablo Romero se sustituyera), el propietario de Partido de Resina es un empresario de Sevilla, principal accionista de la sociedad que se constituyó al efecto. Se buscó a Algora, por ser veterinario especializado en bravo, y aceptó venirse de Madrid. En el momento de la compra había en la finca cinco corridas del año anterior sin vender; Canorea, entonces empresario de la Plaza Real, les hizo el favor de traer una a El Puerto (y al final resultó que ganó el premio de la mejor corrida de la temporada).



Al hacerse cargo había un 80% de vacas negras y un 20% de cárdenas; desde entonces se van quedando como sementales sólo ejemplares cárdenos, de manera que un macho negro tiene que ser muy bueno para que resulte seleccionado tras la tienta. Por otro lado, los problemas que tradicionalmente tenía la ganadería aún los sigue teniendo; todas las enfermedades que pueda tener el ganado bravo están allí. A pesar de ello, en los 11 años que llevan han salido grandes corridas y ningún año se quedan toros en el campo, entre otras cosas porque hace cuatro años decidieron pasar a lidiar sólo novilladas, con una sola corrida cuatreña por temporada. De hecho, esta temporada de 2009 van a lidiar 6 novilladas y una corrida; para Madrid y Zaragoza tienen ya pedidas las del año que viene. Las novilladas generalmente se venden bien, hasta el punto de que si hubieran tenido treinta habría vendido las treinta; esto es porque los empresarios compran bien las novilladas, ya que no se someten a los novilleros como sí se someten a los toreros, aparte de que el nombre de Partido de Resina, aunque sea con novillos, da a un cartel un prestigio que quizás no le den los novilleros.

Los nuevos propietarios tienen claro que no sólo se trata de salvar una casta sino de adaptarla a los tiempos actuales. Ahora intentan rebajar el tamaño de los toros, bajando de los 600 kilos. Siempre fueron de morrillo prominente, culata rematada, cabeza pequeña y encornadura no exagerada; el hocico es achatado y los ojos, pequeños y expresivos. También se buscan ejemplares que humillen, en una ganadería que siempre tuvo problemas para humillar, a pesar de ser bajos de agujas. Otro problema es que los corvejones les fallan, lo que se intenta corregir para que no pierdan las manos; esto es importante en unos toros que, habitualmente, al salir del toril dan 4 vueltas al ruedo antes de fijarse en el capote, lo que implica menos fuerzas al final.

Tras la exposición, que me resulta corta más bien que larga, Algora, él mismo, invita a los asistentes a un coloquio, que se inicia rápido y resulta variado. Cuando las preguntas se van agotando me pido intervenir. Gracias, Jesús. Planteo varias cuestiones.

¿Por qué una ganadería sevillana que ha sido tan solicitada en Madrid y Bilbao no fue nunca favorita en Sevilla? Recuerdo que en Sevilla Belmonte llegó a triunfar con ella y Joselito también la lidió. Me responde que esto es algo que no se debe a ningún hecho concreto de malentendido (u otra razón anecdótica) sino al tamaño, normalmente grande de los toros, dado el público tradicionalmente torerista de la Maestranza.

Nunca me he aclarado con el tema de la nueva propiedad. ¿La sociedad pertenece a un solo propietario o a varios?, ¿Algora es socio o sólo empleado? Responde que se incorporó a la aventura convirtiéndose en socio con una mínima participación; hay también otros partícipes minoritarios.

Cuando los actuales propietarios se plantearon la compra, ¿pensaban que podían sacar rentabilidad a la ganadería o se embarcaron en la aventura sólo por romanticismo? Parece que sí, que hay más de un último romántico. Hoy son rentables pocas ganaderías; la mayoría genera pérdidas y un ganadero con que cubra costes ya puede darse por satisfecho. El que compró la ganadería lo hizo como el que compra un yate, que sabe que después de un gran desembolso se conforma con ver su nave atracada en un puerto deportivo y que los demás digan qué bonito. Hombre, han intentado obtener de la Administración alguna ayuda económica, pero nada; no se comprende que para tener un cuadro de pintura pequeño colgado en casa se pueda tener algún tipo de protección oficial y para conservar un tesoro genético irrepetible no haya ninguna ayuda.



Quiero que trate más despacio un aspecto a mi ver importante como son los pastos, en concreto los marismeños; ¿influye en la bravura o en el comportamiento de los toros el tipo de vegetación salitrosa que hay en la zona donde se han criado siempre los pablorromeros? Lo que ocurre es que la alimentación en todas las ganaderías ha cambiado. Los pastos ya se completan siempre con pienso, por lo que la marisma influye menos, salvo para mal, pues es fuente de parásitos y de enfermedades. No hace referencia Algora al hecho de que los nuevos dueños sólo compraron la finca Partido de Resina, que es zona de matorral, y no compraron las otras fincas, más extensas, que sí están en zona marismeña.

Otro aspecto que veo espinoso es la endogamia de la ganadería; se tiene como timbre de gloria pero ¿no será la causa de tantos problemas como la acucian?, ¿se va a resolver con algún tipo de refrescamiento? La genética, como los pastos marismeños, también es fuente de problemas pero no los van a resolver con sangre de fuera sino con estudios de ADN que marquen los sementales que van a juntar con cada grupo de vacas, buscando la mayor lejanía genética; es lo que se llama abrir líneas.

Le pido una aclaración de un asunto poco agradable. En Ciudad Real, hace seis años, el ganadero (el conferenciante) pidió lidiar bajo su responsabilidad, después de que se rechazaran algunos ejemplares por sospecha de afeitado; no lo dejaron y al final todos los toros se fueron lidiando, uno tras otro, en otras plazas, como Málaga o Arles.

Por último, quiero que toque el asunto de la donación a los franceses. La donación que, después de la venta, realizó la familia Pablo Romero al club francés "Amigos de Pablo Romero" se refiere a los objetos personales del salón del cortijo; no incluye los libros registro, que estaban muy repartidos, aunque los últimos han pasado a la sociedad compradora. Lo lógico habría sido que todo el patrimonio museístico también hubiera pasado a los nuevos propietarios y se trató el tema en la operación, pero era un asunto que estaba ya comprometido con los aficionados franceses desde antes.



Al final, cuando nos levantamos, me echo una parrafada particular con Algora y lo someto a sesión fotográfica. Tras una copa, nos despedimos.














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